Y
aquellos negros cuervos…
Acechando
en un día solitario de invierno,
donde
la madera vistió tu cuerpo,
en
ese lugar donde las yedras
recorren
las cruces que atraviesan la tierra…
Paisaje
yermo de nostalgias,
donde
el silencio anida las noches solitarias…
Allí,
no volví a ver tus ojos tristes perdidos en el recuerdo,
hundidos
en la delgadez de tu olvido…
Una
marchita flor adorna el refugio de tu marcha,
donde
nunca más volvimos a vernos.
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